Sin lugar a dudas tras el éxito que marco la cinta de Superman de Richard Donner con la actuación del gran Christopher Reeve, el caballero oscuro busco durante años colarse entre los éxitos de Hollywood y dejar en claro que el cine de súper héroes no es solo para un público en específico. Pero pronto descubrió que uno de sus grandes problemas era el que el público olvidara la imagen infantil y paródica de la serie de televisión protagonizada por Adam West en los años 60’s.
Tras darle muchas vueltas al asunto y tras barajarse varios nombres los productores optaron por darle todo su apoyo a un muy joven Tim Burton para encargarse de dirigir lo que esperaban sería una posible cinta de comedia, ya que el peso de la serie protagonizada por Adam West y el reciente trabajo de Burton en Beetlejuice, no daba pie a dudas de que se trataría de una comedia.
Esta cinta nos presentó a un Batman protagonizado por Michael Keaton, como un justiciero imparable, amenazador y de presencia imponente, el cual hace justicia a su trágica historia que es bien conocida en los comics, teniendo como némesis a The Joker interpretado por Jack Nicholson, un villano lleno de energía, el cual nos muestra como lo divertido te puede llegar a matar al instante o simplemente matarte de la risa, convirtiéndose en la estrella de la cinta por mucho.
El éxito de Batman en la pantalla grande desemboco en una gran cantidad de mercadotecnia de todos los estilos, sirviendo de trampolín para la exitosa serie animada del caballero oscuro de los años 90’s, convirtiéndose en una de las pocas películas que pueden presumir de mantener su solidez y seguir siendo una de las cintas favoritas entre el público veinticinco años después de su estreno en cines.
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